ESTUDIANTES SOLIDARIOS
Hay nombres que están en boca de todos. Joaquín, Santiago. Podríamos enumerar una larga lista de estudiantes secundarios que manejan las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) con velocidad, destreza y solidaridad. En sus escuelas son conocidos y reconocidos por compañeros, directivos y docentes por el modo en que orientan y resuelven espontáneamente –mientras llega la ayuda especializada– cuestiones que atañen al uso de las netbooks. Confiables y colaborativos, lo que saben lo explican las mil y una veces que haga falta. Lo que no saben, corren a consultarlo a un foro de expertos o a leerlo en uno de esos manuales de lectura difícil para la mayoría de los mortales. Desde la llegada de Conectar Igualdad, muchos estudiantes se han convertido en un referente no solo de conocimiento, sino de compañerismo y compromiso. No hace falta ser un experto en redes pero sí tener el espíritu de ellas: estar dispuesto a tender un puente. En una escuela de Mar del Plata, un docente convocó a un grupo de estudiantes a formar parte de una mesa de ayuda. Provenían de un espacio formativo en TIC que se estaba implementando y aportaron en el mientras tanto. Además de atender dudas, desbloquearon netbooks, cargaron programas e hicieron mantenimiento de las portátiles. Experiencias parecidas se desarrollan en varias localidades, como pudimos presenciar en una escuela situada en las afueras de la ciudad de Córdoba, de las primeras en implementar Conectar Igualdad en esa provincia. Algunas máquinas tuvieron problemas. Mientras el referente técnico escolar gestionó la solución a través de la garantía, cuatro alumnos se sumaron a colaborar con la revisión de routers y otras tareas. Además del reconocimiento de la comunidad, el establecimiento trata de gestionar un certificado que reconozca de manera simbólica el trabajo que hace este grupo. En una escuela de Gobernador Castro (provincia de Buenos Aires) y en otra de San Carlos Centro (Santa Fe) también conocimos a estudiantes solidarios que ayudan y orientan a sus compañeros en cuestiones cotidianas: ¿cómo comparto una foto?, ¿qué le pasa a mi compu? Estos jóvenes coincidieron en resaltar que a partir de este compromiso voluntario se sienten más valorados y responsables.
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Los principios de cooperación en el uso de TIC atraviesan las actividades cotidianas e impulsan la necesidad de nuevos acuerdos. Los profesores de un colegio técnico con especialización en Técnico Informático, situado en un viejo barrio ferroviario de las afueras de Comodoro Rivadavia (Chubut), señalaron que los estudiantes hicieron avances significativos desde que cuentan con las computadoras, tanto en el aspecto pedagógico –mejora en el cumplimiento de trabajos, producciones y participación en clase–, como en el ámbito grupal. Entre estos alumnos existen acuerdos internos para al uso responsable de la red escolar, por ejemplo no usar programas o aplicaciones que requieran demasiado ancho de banda. Por otro lado, los estudiantes de los años superiores están muy movilizados por el impacto de la tecnología y presionan a directivos y docentes para que sus compañeros de los primeros años reciban rápidamente las netbooks de Conectar Igualdad. Ahí donde el mito dicta que el uso de la computadora portátil en un modelo 1 a 1 podría acentuar actitudes individualistas, la realidad está mostrando otra postal. En rincones diversos del país, los estudiantes nos cuentan que el uso de las netbooks está configurando nuevos modos de relacionarse entre sí hasta en los espacios extraescolares. Los alumnos de una escuela de San Rafael (Mendoza) se juntan todas las semanas en el recreo y después en casa de algún compañero a jugar en red. Un estudiante cordobés nos contó que en su curso las computadoras favorecieron la integración y la relación entre chicos que antes no se dirigían la palabra. En una escuela del barrio de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires, los adolescentes crearon una red interna para jugar al Counter-Strike, entre los cursos de los últimos años.
Muchas anécdotas escuchadas en nuestras visitas dan cuenta de esos lazos que se fortalecen entre los chicos. En la ciudad de Salta, un grupo de alumnos de una escuela cercana a la plaza principal se encontraron allí con niños en situación de calle. Los chicos preguntaron a los que iban de guardapolvo qué era eso que llevaban entre sus brazos. Los estudiantes se detuvieron, abrieron sus netbooks, se las mostraron y los dejaron experimentar un rato con las computadoras, sin pensar en medidas de seguridad sino tratando de acercarse. Conectar Igualdad apunta a revertir brechas. El espíritu de los que ya disponen de sus computadoras es mucho más que un gesto, el eco en la senda.
Fuente: Evaluación y Seguimiento de Conectar Igualdad / www.educ.ar